Llegamos a benabarre, un pequeño pueblo situado en las colinas de huesca en las colinas y con un hambre monumental. Mirando en Google este restaurante salía con un par de buenos críticos. Y tan pronto como lleguemos al lugar en cuestión, vas primero al albergue, y un caballero del viejo bar nos dice que vayamos al sótano. y por las escaleras descubrirás un restaurante de los más acogedores con una pared más de cien piedras. el servicio es impecable, la interesante carta pensada para todos los miembros de la familia, abarca desde macaroni como el ternasco de la zona o foie leaflet sobre hongo moelin. entre dos tuvimos una comida un domingo por la tarde, la calidad de la comida es muy buena y los postres caseros!