Llegamos a Cala Sant Vicent y desde la carretera vimos el restaurante a lo lejos y ya nos pareció el lugar perfecto para comer. Qué decir... sin reserva, lloviendo y sin gasolina en la moto... nos acogieron con una amabilidad increíble, nos dieron de comer y de muy buen comer, nos buscaron un hueco a reparo de la lluvia aún sin reserva y además el dueño nos ayudó con un poquito de gasolina para la moto y nos salvó el viaje!!! Estaremos eternamente agradecidos y por supuesto, si volvemos será nuestro restaurante número uno. Comida: pasta con boletus (ceps) a la trufa y estofado de jabalí! Qué delicia! Y que decoración, todo detalles digno de un restaurante de costa!Mil gracias una vez más